L?Ebola, una bomba de rellotgeria al
segon país més gran de l?Àfrica | 2018-11-18 (1/44) - Pujat per WEBMASTER (Catalansalmon) - Comparteix
L?epidèmia s?escampa sense control per
les zones en conflicte de la República
Democràtica del Congo
https://www.ara.cat/internacional/Ebola-
bomba-rellotgeria-republica-democratica-
congo_0_2127387322.html | | El Congo: cómo reventar un país
insultantemente rico. | 2018-10-02 (2/44) - Pujat per WEBMASTER (Catalansalmon) - Comparteix
https://www.youtube.com/watch?v{{=}}kXf6
dghPm_E&feature{{=}}youtu.be | | L?Ebola arriba a una gran ciutat de la
República del Congo | 2018-09-06 (3/44) - Pujat per WEBMASTER (Catalansalmon) - Comparteix
L'epidèmia ja ha deixat 85 morts i 39
persones infectades
https://www.ara.cat/internacional/Ebola-
arriba-ciutat-Republica-Congo_0_20835916
60.html
El brot d’Ebola que es va declarar l’1
d’agost al nord-est de la República
Democràtica del Congo -al cor de
l’Àfrica-, i que ja ha causat la mort de
85 persones, ha arribat a una gran
ciutat. Concretament a Butembo, una
localitat de gairebé un milió
d’habitants i a tocar de la frontera amb
Uganda. Així ho va anunciar ahir el
ministeri de Salut congolès, que va
lamentar profundament la notícia, perquè
un cop el virus es manifesta en una zona
tan poblada és molt més difícil de
controlar. “La bona notícia és que el
cas s’ha detectat ràpidament. La mala
notícia és que [l’arribada del brot a
Butembo] incrementa el risc d’una
expansió més ràpida i àmplia. Tenir
Ebola en una àrea urbana fa molt més
difícil posar fi a la malaltia”, va
reafirmar ahir Peter Salama, el cap
d’operacions de l’Organització Mundial
de la Salut.
Els pronòstics, doncs, no són bons.
L’epidèmia, la pitjor que ha patit
aquest país africà en l’última dècada,
ja ha deixat 85 morts i 39 persones
infectades. Els primers casos van tenir
lloc en àrees rurals de l’est del país,
una zona castigada des de fa anys per un
conflicte armat encobert. Però després
bona part dels afectats es van detectar
a Beni, una ciutat més petita -d’uns
200.000 habitants- i també amb molts
vincles comercials amb la veïna Uganda.
Ara, doncs, els esforços se centren a
evitar la propagació a Butembo. En
aquest sentit, l’alalde de la ciutat,
Sylvian Kanyamanda, que va apuntar que
la víctima és una dona que presumptament
va ser infectada durant un enterrament
d’una de les víctimes, va voler llançar
un missatge a la població. “Demanem que
aneu amb compte i respecteu totes les
mesures d’higiene recomanades pels
treballadors sanitaris”. I és que les
autoritats locals de Butembo volen
evitar que es visqui una situació com a
Beni, on una part de la població es nega
a col·laborar amb els experts i fins i
tot amaga les persones malaltes, per
por, prejudicis o falta d’informació.
Les autoritats congoleses, però, van
afirmar que han aconseguit alguns
progressos inoculant una vacuna
experimental i altres tractaments. De
fet, la campanya de vacunació va
començar el 8 d’agost i ja ha arribat a
6.134 persones, sobretot personal
sanitari i contactes de casos
confirmats. | | Congo, el país de la herida eterna | 2018-08-19 (4/44) - Pujat per WEBMASTER (Catalansalmon) - Comparteix
Las minas de coltán, el preciado mineral
que nutre la tecnología de todo el
mundo, son escenario de todo tipo de
abuso
https://www.lavanguardia.com/politica/20
180819/451363753436/congo-pais-herida-et
erna.html
La Vanguardia viaja al este de República
Democrática de Congo a la raíz de un
conflicto que amenaza con estallar de
nuevo. El próximo diciembre, el país
celebra elecciones para despedir a
Joseph Kabila, quien se ha resistido a
dejar el poder que ostenta desde 2001.
En medio de un estado de represión,
corrupción y violencia, Congo ha entrado
en combustión. En esta serie de
reportajes, los abusos en una mina de
coltán, mineral que nutre la tecnología
de occidente, la inocencia perdida en
una atestada cárcel de menores de Goma o
los horrores cometidos por niños soldado
muestran algunas de las consecuencias de
una guerra sin fin. Pero frente a la
desesperanza y el silencio, algunos
congoleses han dado un paso al frente:
la bondad del doctor Mukwege, que cura
gratis a mujeres violadas o el valor de
reporteras o ciberactivistas hacen
frente a una injusticia enquistada en la
conciencia internacional en pleno siglo
XXI. Congo, la eterna herida olvidada de
África, busca cambiar su futuro.
– No hay otra opción, señor. No hay
otra.
Las nubes chispean gotas finas, la bruma
tiñe de gris las montañas y sólo se
percibe la silueta de quienes ascienden
la colina. Se oye el chapoteo de pasos
en el barro. Son las seis de la mañana,
sopla una brisa suave y la escena
rememora trincheras de una época pasada.
Pero aquí las bayonetas no cortan el
aire ni huele a pólvora húmeda, de los
hombros sólo sobresalen picos y palas.
Las dos únicas armas de fuego son las de
dos guardias que siguen al grupo con un
kalashnikov al cuello. Después de
atravesar un riachuelo y remontar el
lecho chocolateado de un río seco, se
alcanza un prado verde con un tajo seco
en la mitad: la mina de coltán de Numbi.
Encaramados al agujero, decenas de
hombres picotean la pared terrosa.
Bienfait Byabuze, de 25 años, apoya su
bota derecha en el perfil metálico de su
pala, clavada en la tierra. Antes de
iniciar su jornada laboral –durará hasta
que se ponga el sol, 13 euros a la
semana–, habla de sus dos hijos y de que
pronto quizás ahorre suficiente para
enviarlos a la escuela. “Espero que dios
ayude”. Bienfait se encoge de hombros
cuando le pregunto si sabe para qué
sirve el coltán que busca día tras día
–un conector en dispositivos
electrónicos que permite reducir el
tamaño de las baterías y aumentar su
eficiencia–, dice que le da igual y se
repite.
– No hay otra opción, señor. No hay
otra.
No hay otra que trabajar como un
esclavo, se entiende. Que ver morir
sepultados a compañeros y huir
aterrorizado si un grupo rebelde ataca
la mina, se entiende. Que morir pobre
por el maldito coltán, se entiende. No
hay otra opción.
La guerra en República Democrática del
Congo es una herida sin cicatrizar.
Desde el fin de la II Guerra Mundial,
ningún conflicto ha sido más mortífero,
y sólo entre los años de las dos guerras
declaradas, entre 1998 y 2003, murieron
entre uno y cinco millones de personas
—disculpen la imprecisión, pero nadie se
detuvo a contar los cadáveres—; por dar
perspectiva: en siete años de contienda
en Siria ha muerto medio millón de
civiles. Pero la guerra dormida de Congo
amenaza de nuevo con hacer estallar por
los aires el corazón de África. El país,
envuelto en un estado de violencia y
desgobierno en el este desde hace 15
años, celebra en diciembre unas
elecciones angustiosas. Aunque el
mandato de Joseph Kabila, en el poder
desde hace 17 años, debía acabar en
2016, el presidente se aferró al cargo
hasta el pasado 8 de agosto cuando
anunció que no se presentará a los
comicios y propuso como candidato a su
delfín, el ex viceprimer ministro y
encargado de Interior, Emmanuel Ramazani
Shadary. Kabila abrió la puerta a un
escenario inédito en la historia del
país: una transición pacífica en una
nación donde el poder siempre ha sido
tomado con sangre. Pocos creen que
ocurra el milagro. Durante meses, las
fuerzas de seguridad han reprimido y
asesinado a manifestantes que pedían la
salida de Kabila. Yves Makwambala conoce
bien el castigo por alzar la voz.
Miembro de los movimientos
ciberactivistas Filimbi y Lucha, pasó 17
meses encarcelado por criticar al
gobierno. Makwambala deja enfriarse un
café sobre la mesa en su exilio belga
mientras explica por qué, pese al
riesgo, no piensa rendirse ahora.
“Nuestra lucha es contra el sistema, no
contra Kabila, aunque él forme parte.
Cuando pagamos impuestos y no hay
electricidad en las calles o reina la
inseguridad … ¿dónde va nuestro dinero?.
Si Kabila sale del poder y nada cambia
¿de qué sirve?”.
Cada extracción del preciado material es
un motivo de alegría para los mineros
Cada extracción del preciado material es
un motivo de alegría para los mineros
(Xavier Aldekoa)
El sistema del que habla Makwambala está
decidido a defender sus privilegios.
Hace dos semanas, negaron la entrada al
país al popular opositor Moïse Katumbi
para evitar que pudiera presentar su
candidatura. El poder en Congo es coto
privado: una investigación de la
organización Congo Research Group
desveló que la familia Kabila tiene la
propiedad o participaciones en más de 80
empresas, además de 100 permisos de
extracción de oro y diamantes o más de
70.000 hectáreas de tierras.
En el bar del hotel Orchids Safari Club
de Bukavu, la periodista de
investigación y directora del diario Le
Souverain, Solange Lusiku Nsimir,
diagnosticaba hace unos meses un futuro
oscuro. “Hay mucho nerviosismo en la
frontera y han encontrado tumbas en el
cementerio llenas de armas enterradas.
La lucha por el poder en Congo puede
desencadenar otra guerra terrible”.
Historia trágica
Entre 1998 y el 2003, el conflicto del
Congo se cobró la vida de entre 1 y 5
millones de personas
Para desentrañar cuándo Congo empezó a
desmoronarse podríamos recordar la
codicia depredadora en época precolonial
de los reyes de Kongo, partícipes en la
trata esclavista junto a árabes y
europeos, podríamos apuntar a la
rapacidad despiadada del rey belga
Leopoldo II en su cortijo congolés o
señalar la Guerra Fría cuando EE.UU.
colocó al tirano Mobutu en el poder como
tapón antisoviético. Podríamos no ir tan
atrás: la guerra abierta de finales de
los 90 empezó tras el genocidio en la
vecina Ruanda y desencadenó la caída del
Zaire de Mobutu ante tropas rebeldes
lideradas por Laurent-Désirée Kabila, el
antiguo guerrillero amigo del Che, a
quien apoyaban soldados ugandeses y
ruandeses. Podríamos rememorar el horror
de después, cuando Kabila rompió con sus
aliados y el país se hundió en una
guerra mundial africana en la que
participaron Zimbabwe, Angola, Namibia,
Chad o Libia. Podríamos describir como,
ya con Joseph Kabila en el poder tras el
asesinato de su padre en 2001, el este
del país quedó a merced del robo de
grupos armados, políticos corruptos y
multinacionales sin escrúpulos. La
muerte en Congo, ayer y hoy, yace
siempre sobre un mismo lecho dorado: uno
de los subsuelos más ricos del mundo,
atiborrado de oro, coltán, cobalto,
estaño, cobre o diamantes. El caos y la
violencia son la forma de perpetuar un
sistema erigido para el pillaje. Según
un informe de la oenegé Global Witness,
uno de cada cinco dólares de los
beneficios mineros del país se pierde
por la corrupción o la mala
administración. La violencia también es
rentable: de las 1.088 minas artesanales
en el este, en un 54% había presencia de
grupos armados.
El mineral que extraen, el coltán, sirve
para reducir el tamaño de las baterías y
aumentar su eficiencia en los
dispositivos electrónicos
El mineral que extraen, el coltán, sirve
para reducir el tamaño de las baterías y
aumentar su eficiencia en los
dispositivos electrónicos (Xavier
Aldekoa)
Sadiki Salomon forma parte sin saberlo
de ese engranaje de abuso. Es el último
eslabón. Tiene quince años y desde hace
dos trabaja en la mina de oro de
Gokombe-Rubaya, en el territorio de
Masisi. Viste una camiseta de tirantes
con dibujos de billete de dólar y nunca
se quita unas botas de caucho negras. No
es por gusto: no tiene nada más. Sadiki
es una pieza codiciada porque por su
estatura puede colarse por túneles
estrechos, no tiene miedo —o juicio—
para meterse por agujeros mortales y
cobra la mitad.
Sadiki sirve además de alivio para la
conciencia de Occidente. Primero Estados
Unidos y después la Unión Europea
establecieron regulaciones para exigir a
las empresas tecnológicas o de joyería
que tracen el origen de los minerales
que utilizan —de Congo salen hacia Asia
y allí se perdía la pista de su
procedencia— y asegurarse que son
extraídos de minas sin la presencia de
grupos armados o de trabajo infantil.
Sadiki, y su silencio, permite crear la
ilusión de que así ocurre: oficialmente
la mina de Gokombe es una mina verde,
limpia de violencia y sin niños-mineros.
Hasta que nadie mira. “Por la noche
—explica— somos unos 20 niños en cada
agujero. Excavamos, ponemos las piedras
en sacos y dos hombres los suben con
cuerdas. Si vas lento, te pegan con un
látigo”. Cuando se produce un derrumbe y
quedan niños atrapados, los dueños de la
mina amenazan a los supervivientes para
que no digan nada y abandonan a los
demás allí abajo porque si piden ayuda u
organizan un rescate se descubre la
trampa. “Si dices algo, te matan”.
Sadiki dice que regresa a la mina porque
quiere ir a la escuela. Si le pagan y no
le roban al salir, dice, gana 1’5 euros
al día. Intenta ahorrar. Hace ocho años
que no va al colegio. | | Paginació: 123 | |
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